Santiago - 2016
Desde niño me dieron fama de tener buena suerte, creo que esto está profundamente enmarañado con que realmente me siento muy afortunado de lo que me ha tocado vivir. Estoy enormemente agradecido de una gran cantidad de personas que me han ayudado en el transcurso de la vida, en especial, agradecido de mi particular familia, que desde mis inicios me sigue acompañando.
En el transcurso de esta aventura me han ayudado muchas personas y estoy completamente convencido de que el resultado sería mucho más mediocre si cualquiera de ellas no hubiese contribuido.
Agradezco a Juan Carlos Torres-Mura por la desinteresada revisión técnica de una parte considerable del escrito, por su agudeza intelectual, admirable rectitud, calidez personal y su excelencia profesional que desde joven me inspira e ilumina. A Herman Núñez, por ayudarme a crecer como herpetólogo desde que fui su alumno, por abrirme las puertas al mundo de las escamas, por sus comentarios sobre los lagartos no Liolaemus, por hacerme reír tantas veces y por muchas cosas más. A Carlos Medina, por enseñarme a mirar la naturaleza bajo el prisma de la Evolución, por su visión holística del Universo, por su pensamiento científico fuera de serie, por su infinita neutralidad, por los valiosos comentarios en el capítulo sobre Evolución y concepto de especie. A Alberto Carvacho, por ayudarme a reafirmar mi vocación y mi amor por los animales, por sus clases, por el vino y las buenas conversaciones. A Jorge Pérez, por enseñarme la rectitud, prudencia y sentido de justicia. A Daniel Pincheira, por compartirme cientos de papers, por enseñarme a reconocer algunas especies y por entusiasmarme a hacer ciencia. A Carlos Garín, por compartir valiosas conversaciones herpetológicas y por su amabilidad. A Daniel Núñez, por su notable apertura de mente en el entendimiento del acontecer biológico y por las valiosas observaciones en el capítulo sobre Evolución y concepto de especie. A Rocío Álvarez, por la revisión técnica de los textos sobre tortugas. A Nicole Salaberry, por la revisión técnica de algunos textos sobre “serpentes”. A Ignacio Jara y Gabriel Pérez, por la ayuda con los nombres en inglés. A David Messutto, por su fuente creadora inagotable de donde surgió la primera versión de esto que ahora se hace realidad.
Agradezco a Cristian Sepúlveda, por haberme enseñado tanto en el trabajo profesional, como por su grata compañía en las expediciones que hemos compartido, por resonar en las utopías y compartir ese amor incondicional por los animales. A Ricardo Pino, por mostrarme la humanidad, por haber compartido una parte de este largo proceso con lealtad y por ese rápido y espontáneo sentido del humor que inevitablemente me hace sonreir. A Yasmín Navarrete, por aguantarme y acompañarme tantas veces a pesar de todo. A Alonso “Loncho” Salazar, por su notable sentido de lo absurdo, su grata compañía en terreno y por encontrar a “Herman Núñez”. A Évelyn Acuña por su apoyo emocional y gustosa compañía. A Diego Reyes, por compartir la pasión por la fotografía de fauna silvestre, por las inolvidables expediciones, por el wisky malo, por demostrar una enorme generosidad y colaborar con maravillosas fotografías que elevan esta obra. A Andrés “Andy” Charrier, por compartir la pasión por la fotografía, la grata compañía en terreno, las buenas conversaciones y el buen vino. A Pedro Hargous, por su notable capacidad como estratega que me ayudó a no equivocarme. A Daniel Opazo, por escucharme y por los sabios consejos en momentos difíciles. A Antonio Madrid, por sus buenos análisis y por escucharme. A Bojana Kuzmicic, por co-crear la energía necesaria para concluir el proceso y por aportar la mejor imagen de este libro. A Agustín Iriarte, por los años de trabajo y por mostrarme ese anhelo insaciable que finalmente permite alcanzar las metas. A Álvaro Jaramillo, por realizar una obra inspiradora, por revelarme el camino a seguir, por su amabilidad y por pagar la cuenta. A Juan Aguirre, por compartir tantas expediciones, por su sentido del humor, por ayudarme en mi formación como biólogo de campo, por enseñarme gran parte de lo que sé sobre reptiles con plumas. A Raúl “Nacho” Díaz, por incitarme a saber más, las oncecitas, por compartir el gusto del saber por el saber y por colaborar con buenas fotografías. A Pauli Maldonado, por las ricas oncecitas y la paciencia ante conversaciones derechamente “ñoñas”. A Fabiola Gamboa, por su grata e intensa compañía, por compartir su sonrisa y el amor a la naturaleza. A Felipe de Groote, por tomarme en cuenta y acogerme. A Gail Alfsen, por escucharme, por acogerme tantas veces y por sacarme carcajadas. A Gabriela Gaete, por acogerme en su hogar. A Rodrigo Viejo, por todo “el jugo” en terreno, por apañar a fierro, por andar siempre “aperaíto”, por acogerme tantas veces junto a su familia. A Sergio “Checho” Araya, por su calidez y templanza. A la “tía” Andrea Contreras por su cariño y compañerismo. A Karin Petra Wallem, por ayudarme con sus dotes con el alemán y por compartir su pensamiento derivado. A Verito López, por su constante disposición a ayudarme. A Dani Valencia, por la grata compañía en terreno y las buenas conversas. A Denise Donoso, por alentarme a tener confianza.
Agradezco al presidente de la comunidad de Guatacondo, por incitarme a empoderarme y que no se aprovechen. A Juan Carlos Ortiz, por ayudarme a acceder a algunas muestras en la Universidad de Concepción. Al personal del Museo de Historia Natural de Concepción, por abrirme las puertas. A los carabineros de zonas fronterizas, en especial a los de Tacora, por ayudarme y darme la mano tantas veces. A los carabineros de Juan López, por la ayuda logística en el ascenso al Cerro Moreno. Al personal de CONAF, en especial a Marcos Cortés, por ayudarme a encontrar la especie que más me costó encontrar. Al personal del SAG, por otorgarme varios permisos de captura. A Ángel Rivera y sus colegas, por llevarme a la Isla Chungungo. A Belarmino y Toñita, por el apoyo logístico en las expediciones en Alicahue. A todos los que me llevaron “a dedo”, me albergaron, me dieron de comer o me ayudaron de cualquier otra forma durante los viajes.
Agradezco a Juan Pablo Gabella, por compartir el interés por los reptiles, por considerarme tantas veces, por aportar con fotografías y entregarme buenas vibras. A Camila González, por su amabilidad y generosidad, por compartir sus hermosas fotografías de manera desinteresada. A todos los que compartieron fotografías: Raúl Demangel, Alejandra Alzamora, Aarón Quiroz, Alejandro Scolaro, Scott Eiper, Tyese Eipper, Nora Ibargüengoytía, Camila Núñez, Guillaume Blanchard, Hernán Tolosa, Fernando Medrano, Michel García, a Juan Carlos Torres-Mura, Rocío Álvarez, Paula Maldonado y Loncho Salazar de nuevo. A Damien Esquerré por ayudar a conseguir fotografías.
Agradezco a Carola Ureta, por persistir tanto tiempo, por su grata compañía, su buen gusto y los detalles del día a día, por la gran ayuda para que esto se transformara en materia. A Tomás “Tom” Pavez, por su buena energía, por dedicarle tantas horas al trance de la diagramación y por hacerme bailar. A Alejandra Neira, por su sentido de la responsabilidad, por el trabajo y esa gran capacidad de conectarse con rapidez. A Alma Herrera, por su valiosa revisión de estilo y por revelarme lo que no veo o me cuesta ver. A Adrián Gouet, por sus buenas ideas y su trabajo minucioso.
Agradezco a los amigos, por tantas conversaciones fértiles. A todos los otros que también ayudaron y que me estoy olvidando, y aprovecho de pedir disculpas.
Agradezco a Olga Pizarro, por tanto. A Sebastián Demangel y Pablo Demangel, por revelarme el sentido y el camino. A Dominique Demangel, por escucharme y ayudarme a comprender lo difícil. A mis abuelos, por traspasarme el gusto y la dedicación por la naturaleza y las especies. A Viviana Miranda, mi adorada madre, por el apoyo emocional en los momentos más difíciles, por enseñarme a conseguir lo que quiero, por su ejemplo de amor al trabajo y por su amor hacia mí, permanente e incondicional. A Raúl Demangel, mi viejo, por tantos viajes que hemos compartido, por darme las bases para el pensamiento científico, por escuchar, por los sabios consejos en momentos difíciles, por el apoyo económico, por el apoyo incondicional, sin duda es el ser humano que más contribuyó para que este sueño se hiciera realidad.
De todos ustedes estoy eternamente agradecido.